Los desafíos que nos abren caminos: Resultados del primer taller de la Red de Ecobarrios Santiago

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En el marco del primer encuentro de la Red de Ecobarrios Santiago liderado por el Gobierno de Santiago, el Consejo Regional Metropolitano y la Agencia para la Sostenibilidad IUS Latam, se realizó un taller participativo donde concentramos la conversación en torno a los principales desafíos que viven nuestras organizaciones ciudadanas ambientales al gestionar iniciativas y proyectos.

Este ejercicio de diálogo abierto en el cual participaron 170 personas de 84 organizaciones ciudadanas ambientales de 31 comunas de la región metropolitana y 28 representantes municipales, permitió reconocer dolores comunes y, al mismo tiempo, visualizar oportunidades para construir juntos soluciones concretas. Estos aprendizajes fueron difundidos en la visita al ecobarrio urbano del barrio Bellavista y serán parte fundamental del Plan de Acción 2025, que pondrá foco en fortalecer nuestras capacidades de liderazgo, gestión y comunicación para la acción comunitaria.

A continuación, compartimos los principales desafíos detectados, narrados desde la voz colectiva de las organizaciones ambientales:

1. Participación debilitada y liderazgo concentrado

Sabemos que un Ecobarrio florece cuando muchas manos, voces y corazones se encuentran. Sin embargo, reconocemos que uno de los dolores más persistentes que vivimos desde dentro es la participación debilitada.

Muchas veces, somos los mismos de siempre quienes sostenemos las tareas y los sueños. Y aunque lo hacemos con amor, también lo hacemos con cansancio. Cuando el liderazgo se concentra en pocas personas, la energía se agota, y lo que debería ser una experiencia de comunidad compartida, se transforma en una carga que desmotiva.

Hemos visto que no basta con informar; necesitamos emocionar, conectar con los sueños, con las urgencias reales, con los lenguajes y ritmos de hoy. Necesitamos propuestas frescas y experiencias significativas que hagan sentir que ser parte del Ecobarrio no es solo aportar, sino también recibir inspiración, pertenencia y alegría.

Preguntas para seguir reflexionando:

  • ¿Qué tipo de comunidad estamos siendo que permite que el liderazgo recaiga siempre en las mismas personas? 
  • ¿Desde qué emoción colectiva estamos invitando a participar… y qué emociones necesitamos cultivar para que más personas se sientan convocadas? 

2. Fragilidad financiera y dependencia de fondos públicos

Otro desafío central es nuestra fragilidad financiera. Muchos proyectos nacen desde el compromiso y la esperanza, pero crecen sobre un suelo inestable, dependiendo de fondos públicos de bajo monto, alta competencia y duración limitada. Esta situación limita nuestra capacidad de planificación a largo plazo y debilita los procesos transformadores.

Reconocemos la urgencia de explorar nuevas rutas de sostenibilidad: construir alianzas con el mundo privado desde propósitos comunes, ofrecer servicios y productos con valor social y ambiental, y fortalecer nuestra autonomía económica.

Un Ecobarrio no puede depender eternamente del azar de un fondo concursable. Necesitamos creatividad, alianzas estratégicas y visión de futuro para que nuestros sueños echen raíces profundas.

Preguntas para seguir reflexionando:

  • ¿Qué oportunidades dejamos de ver al sostenernos en la escasez como narrativa fundante de nuestra gestión? 
  • ¿Qué conversaciones no hemos tenido aún que podrían abrir caminos hacia una sostenibilidad económica más autónoma y diversa? 

3. Brecha entre conciencia ambiental y preocupaciones ciudadanas reales

Desde nuestras organizaciones, hablamos con claridad sobre la urgencia climática y ecológica. Sin embargo, reconocemos que ese discurso, aunque vital, a veces suena distante para muchos de nuestros vecinos y vecinas.

Mientras nosotros hablamos de cambio climático, las conversaciones cotidianas giran en torno a la salud, el trabajo, la seguridad o la soledad. Descubrimos que los proyectos ambientales que generan bienestar tangible —como espacios verdes, actividades comunitarias o jornadas de convivencia— logran una conexión mucho más profunda.

El desafío es claro: necesitamos traducir nuestra conciencia ambiental en vínculos humanos significativos. Tejer puentes entre lo ecológico y lo cotidiano. Porque cuidar el planeta empieza, ante todo, por cuidar la vida en el barrio.

Preguntas para seguir reflexionando:

  • ¿Desde qué mundo hablamos cuando hablamos de “medio ambiente”? ¿Es el mismo mundo desde donde hablan nuestros vecinos y vecinas? 
  • ¿Qué nos está mostrando el desinterés o la distancia que percibimos en otros… sobre cómo estamos observando el territorio? 

Una nueva historia que nos expanda

El encuentro y el taller nos dejaron una pregunta central que hoy abrazamos como comunidad:

¿Qué nueva historia podríamos contarnos —como Red de Ecobarrios— que nos permita activar una fuerza colectiva más amplia, diversa y sostenible?

En esa nueva historia queremos construir no solo resiliencia ecológica, sino también resiliencia humana: redes que nos sostienen, nos expandan y nos permitan florecer en conjunto.

En este contexto Patricia Pastén, jefa del Departamento de Medio Ambiente, Biodiversidad y Acción Climática del Gobierno de Santiago señala que el principal objetivo que van a desarrollar estas comunidades en las organizaciones ciudadanas ambientales del programa Ecobarrios es que van a aprender entre unos y otros, y van a poder fortalecer cómo enfrentar la crisis climática, cómo postular nuevos proyectos y cómo mostrar estos ejemplos tan importantes para cada una de las organizaciones. 

“Pudimos observar, de las comunidades que llegaron a este primer encuentro, la motivación por visibilizar su trabajo, por trabajar en red y por supuesto que obtener recursos de diferentes fuentes de financiamiento para poder fortalecer estas organizaciones ciudadanas ambientales. Desde el Gobierno de Santiago, liderado por el gobernador Claudio Orrego, estamos impulsando diferentes iniciativas para enfrentar el cambio climático”, comenta.

El futuro de los Ecobarrios lo escribimos entre todas y todos.
¡Seguimos sembrando!

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